Esta propuesta pianística de Gustavo Fedel invita –y no casualmente- a un viaje emocional a través de tres instancias de la música para teclado: el Bach primordial de El clave bien temperado, el Haydn que avizora el Romanticismo y el Mozart que se asoma a él con algo de premonitoria melancolía.
El que acaso sea el más universal de los músicos –Johann Sebastian Bach- vivió siempre en los estrechos límites de unas pocas ciudades alemanas. Miembro de una dinastía de músicos que superó las seis generaciones, Bach fue un artista que logró sintetizar todo el saber musical de su tiempo. En 1722, con El clave bien temperado, el músico realizó una proeza: escribir un libro con 24 preludios y fugas basados en las tonalidades de las escalas mayores y menores, tal como hoy las conocemos. Veinte años después escribirá un segundo libro con la misma finalidad. Cada tonalidad, al decir del pianista András Schiff, sugiere un color, un estado de ánimo, una atmósfera. Fedel elige, del primer Libro, el Preludio en Do sostenido menor (que Schiff considera bastante trágico, de un tono naranja oscuro), basado en un motivo con un salto ascendiente que se reitera una y otra vez. El otro preludio escogido está en Mi bemol menor (o Re sostenido menor) e instala al oyente en una suerte de desolación que, de a poco, va encontrando consuelo. Lo curioso es que Bach concibió este monumento sonoro “para el provecho de los jóvenes músicos que desean aprender y para el pasatiempo de los ya entrenados”; sin embargo, esa finalidad didáctica y sistemática termina cediendo ante una paleta que parece recorrer todo el espinel de las emociones humanas.
El austríaco Franz Joseph Haydn también vivió buena parte de su vida al servicio de una familia de mecenas: los Esterházy. También como con Bach, esos estrechos límites no afectaron su imaginación, que era frondosa. Virtualmente fue el padre de la sinfonía, el cuarteto para cuerdas y la sonata para teclado, tal como luego la heredaron Mozart y Beethoven. Haydn compuso casi 60 sonatas (52 numeradas), y aquí conviene aclarar que, en la segunda mitad del siglo XVIII estas obras eran ejecutadas en el antecesor del piano, el pianoforte, y aun en clavicordio o clave. Pero los músicos del periodo clásico ya pensaban su música con un sonido, si bien perlado y contenido, también capaz de prodigarse en frases donde los contrastes dinámicos fueran palpables al oído. Años antes, en el caso de Bach, su “Klavier” podía ser sinónimo de clave y hasta de órgano: el piano todavía no existía; sin embargo, de algún modo se lo intuía.
La Sonata de Haydn catalogada por Hoboken como número 44 (conocida originalmente como número 32) consta de dos movimientos. El primero, aquí grabado, está en Sol menor (tonalidad melancólica por excelencia, la misma que eligió Mozart para su Sinfonía 40). Se trata de uno de los segmentos de música más meditativos escritos por Haydn, habitualmente más volcado al humor, el drama y el virtuosismo. Estamos alrededor del año 1770: Beethoven está naciendo y Mozart tiene 14 años.
Apenas un par de años después, Mozart escribe la primera de sus 18 sonatas, la K. 279, cuyo Allegro inicial asigna a la mano izquierda un lugar importante. A partir de aquí, Gustavo Fedel parece construir como en un rompecabezas una sonata propia con movimientos tomados de diversas sonatas mozartianas. A este Allegro sigue un Adagio con el que abre, inusualmente, la Sonata K. 282, para concluir con la undécima (y anteúltima) variación del último movimiento de la Sonata K. 284, un Adagio cantabile en Re mayor que tiene entidad para independizarse del conjunto y que, según afirman algunos musicólogos, Mozart solía ornamentar libremente en su ejecución. El Tema con variaciones, forma destinada al lucimiento compositivo e interpretativo, se vuelve en manos de Mozart una herramienta que da cuenta de su ductilidad emocional, la misma que Fedel asume para transformarla en herramienta de su propia expresividad.
Daniel Varacalli Costas
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Felicitaciones, Gustavo, por las interpretaciones de las obras grabadas de Bach, Haydn y Mozart. ¡Bravo! Muy adecuada la selección de las obras, capaz de ser aprehendida tanto por un público entendido como por quien no lo sea tanto. Por favor (hazlo por mí), agrega en el menú de la próxima un movimiento de mi favorita: la Sonata en Mi mayor K. 380 de Scarlatti.
Claudio Barile
credits
released June 25, 2022
Gustavo Fedel: piano Gerh Steinberg de concierto
Afinador: Carlos Merlassino
Técnico de grabación y masterización: Arturo Lamm
Grabado en Estudio EPG, Mayo 2022
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